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domingo, 1 de mayo de 2011

Erase una vez...


Si hoy, precisamente el día de la madre voy a contarte un cuento... un tanto... conmocionador... para que siempre veas a tu madre en ti y nunca la olvides pase lo que pase.

Erase una vez...

EL ESPEJO.

...Un matrimonio joven, tenían una hija pequeña, de unos 11 años, a la que le tenían un gran aprecio.

El padre de esta familia, de la que emanaba verdadera humildad, se vio obligado a poner tierra de por medio en busca de pan para su hija. Después de tres, no más de tres años, el padre volvió desde las lejanas tierras, encantado y con esperanzas de reencontrarse con sus dos allegadas mujeres. Decía haber conocido a los Señores del lugar* en el que habitaba este matrimonio, y que incluso llegó a trabajar en la distinguida servidumbre de estos señores. Por lo que llegó con buenos regalos para su querida mujer y su hija.

En cuestión a la hija le trajo una bonita muñeca de trapo, a la madre un refinado espejo, ciertos presentes, jamás habían sido apreciados por los lindos ojos de ambas mujeres.

Un sexenio más tarde, la madre se empieza a encontrar mal, no hay médico en el pueblo que tregua diera a su enfermedad, la que avanzaba por día, por horas, por minutos. La madre llama a la hija y le dice manteniendo el espejo en su mano...

-Hija, ¿te acuerdas de este regalo que me trajo tu padre desde las tierras de los Señores?

-Si, me acuerdo, ¿que te pasa mama, dime que te ha vuelto a sentar mal la comida? -respondió la hija acalorada.

-Quédatelo y prométeme que lo miraras todas las noches antes de acostarte y todas las mañanas al levantarte... Prométemelo, asi cada vez que lo mires, me veras detrás de ese cristal y siempre me tendrás cerca. -Contesto la madre apresuradamente, evitando así responder a la pregunta que le había hecho.

-Te prometo que todos los dias me asomare a verte y nunca te dejare sola. -Dijo sonriendo la hija.

Cinco años después de la muerte de la madre, recién cumplido ya los quince años la niña...

Se le acercó el padre y con voz suave:

-Siempre miras ese espejo de forma tan angustiada, como si esperaras algo...

-Si,... -responde la hija sobresaltada por la presencia inesperada de su padre. -...Mama me dijo que mirara esto todos los días y de esta manera la vería todos los días ahí, detrás de este pequeño cristal... Pero, la recordaba tan joven y con esa cara tan fina, supongo que ahora que ya no tiene que trabajar tanto, tiene más tiempo de arreglarse... -Apuntó la niña, buscando una explicación al aspecto tan juvenil de su madre.

-Hija, tu madre siempre fue así de guapa, tal y como tú te encuentras. -Le respondió el su padre con la garganta angustiada y oprimida, y nunca tubo fuerza para explicarle a su querida hija que un espejo solo mostraba un simple reflejo...


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*Lugar: En la época de Don Quijote, un lugar era algo más grande que una hacienda y más pequeño que un pueblos

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